by Julián Pablo Sinesi
Published on: Dec 27, 2005
Topic:
Type: Short Stories

Hace casi dos años tuve la oportunidad vivir en el país que, según la ONU en aquel momento, tenía la mejor calidad de vida en el mundo: Canadá.

Lo primero que hice fue hacer un curso de francés para extranjeros en la ciudad de Québec. En ese curso la mayoría éramos latinos, pero habían algunos europeos del este, una coreana del sur y una marroquí.

En una oportunidad la profesora hizo un test que consistía en escribir, en un papelito, la primera asociación que se nos viniera a la cabeza con el color rojo. Luego repitió el mismo test en un aula de la carrera de enfermería, en la que eran todos quebecos. El resultado en nuestra aula fue que el 90% de los alumnos asociaron el color rojo con la sangre. mientras que el 80% de los quebecos relacionó el color rojo con el carro de bomberos, y el 20% restante con otras cosas, entre ellas la sangre.

¡Es increíble hasta que punto el medio y la cultura diferencian a las personas! Hasta en algo tan común como puede ser lo que imaginamos cuando pensamos en un color… Es como que el medio que modificamos durante tantos siglos ahora nos esta modificando a nosotros.

Unos días después caminaba con una amiga por la costanera de la rivera Saint Charles a las once de la noche. Es un lugar que a esa hora esta completamente solitario, y encima la pasarela no esta a más de medio metro del agua… En cualquier otra ciudad, eso seria un lugar ideal para que te roben o para los asesinatos que vemos en las películas. Es lo que pensaba yo, viniendo de la ciudad de San Martín, Buenos Aires.

Caminamos hasta el lugar donde la rivera se encuentra con el río San Lorenzo. Ahí el agua se estanca y en una corta y lenta caida se junta con el río, porque hay como un pequeño salto entre los dos. Arriba hay dos niveles de autopista y uno de trenes de carga… Había mucho ruido de agua que cae, y de autos que pasan por encima, y obviamente no había nadie además de nosotros.

Así que yo estaba un “poco” asustado… Pero ella no, porque no había nada por lo que estarlo…
Salimos de ese oscuro rincón de la tierra (parafraseando a Bush), en donde el agua se detiene haciendo un ruido ensordecedor y arriba, en la autopista, los automóviles pasan rapidísimo, con la mejor tecnología, y haciendo el mismo ruido…

Estábamos hablando de su mejor amigo, un haitiano adoptado por padres quebequenses, que yo había conocido antes en un curso. El hecho es que este chico se quiso suicidar por segunda vez, y ahora estaba internado en un hospital. Ahí me acordé del cartel que vi en el colegio que decía: “VOS SOS IMPORTANTE PARA NOSOTROS, el suicidio no es una opción”. Y no es raro ver eso porque Québec es uno de los países con la tasa de suicidios más alta del mundo, y sobre todo entre los jóvenes…

Los chicos se van a vivir solos a los 17 años, más o menos, y se mueren solos porque sus hijos (o ellos mismos) los internan en hogares para ancianos. La mayoría tiene hijos porque ya tiene la casa, los dos autos y los perros. Y como ya no tienen nada que buscar… tienen hijos. Una vez que estos terminan la secundaria, se desocupan de ellos.

Las mujeres toman anticonceptivos desde los 14 años. Tanto es así que la rivera esta contaminada con hormonas que vienen en la orina. Y vienen tantas que ya hay peces hermafroditas… El aborto esta legalizado, y yo no estoy en contra de ello, pero hay mujeres que se llegan a hacer hasta 5 abortos olvidándose de la responsabilidad que implica el hecho de procrear.

Otra cosa rara es que si caminas por la calle tomando cerveza la policía te lleva preso, pero no si fumas marihuana… Me ha pasado de viajar en autobus y en el fondo encontrar una bandita de chicos fumando marihuana, y el chofer como si nada pasara.

Cualquiera diría que estas ciudades del primer mundo son lugares rápidos y modernos, pero en el fondo parecen lugares que están estancados en una lenta y corta caída…

Las familias no tienen hijos. Bueno, casi no hay familias. Sobre todo a partir de mi generación y en adelante. Los gobiernos promueven la inmigración para que las generaciones se renueven porque dentro de 5 años va a haber muchísimos puestos de trabajo libres ya que la gente se jubila y no hay quien los cubra.

Las fiestas no se festejan en familia, sino con amigos. A la familia sólo se la saluda.

En estos lugares la violencia física como la que tenemos en nuestros países no existe. Pero existe otra, la soledad mezclada con el invierno, el individualismo de la sociedad, el núcleo familiar desarmado y por último, la ayuda social que es buena para cuando se la necesita, porque alcanza y sobra para vivir, pero es enajenante cuando las personas se acostumbran sólo a eso…

En esas ciudades sobra el confort y se vive muy cómodo, pero faltan muchas otras cosas… En fin, todos los extremos son malos.

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