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by Leon Castellanos Jankiewicz | |
Published on: Dec 14, 2004 | |
Topic: | |
Type: Opinions | |
https://www.tigweb.org/express/panorama/article.html?ContentID=4909 | |
La cultura se refleja en la personalidad de las personas. Como consecuencia, hasta los actos humanos más naturales se llevan a cabo de maneras totalmente distintas en diferentes lugares, como por ejemplo el acto de comer. Así, el experimentar la convivencia humana, sobre todo la cotidiana, en lugares distintos al nuestro, representa un deleite alcanzable solamente en otras pocas situaciones. Mucho más arraigado es este sentimiento cuando nos encontramos lejos de nuestra tierra de origen. Las emociones son encontradas: la variedad de la nueva cultura inmersa al visitante, mientras que los habitantes locales tienen una gran inquietud por exprimirle información al viajero, quien funge como auténtico embajador cultural de su tierra. En Noruega, esto se presenta frecuentemente. Es de los pocos países en donde el extraño es acogido como alguien especial, mientras que en otros sitios, se es simplemente parte de la “diversidad”. La gente siempre está dispuesta a aprender algo más acerca de la cultura de otros. Es divertido ver la variedad de reacciones, cuando uno declara ser mexicano ante un noruego: sus actitudes van desde la euforia hasta la minuciosa curiosidad inquisitiva. A continuación, el respectivo nórdico tratará de articular las pocas palabras en español que sabe, usualmente una pequeña variedad que incluye los vocablos “amigo”, “fajitas” y “cerveza”. La amistad y la confianza nacen rápidamente en el noruego, sobre todo en situaciones como la antes descrita. Probablemente la cercanía de Noruega a muchos otros países (Suecia, Finlandia, Dinamarca, Inglaterra), aunada a la fácil accesibilidad hacia los mismos, sea la razón por la cual los noruegos están acostumbrados a entablar relaciones multiculturales fácilmente. Sin embargo, los noruegos distinguen perfectamente la línea divisoria entre la aceptación de otras culturas y el amor a la suya propia. El asta bandera de cinco metros instalada en el patio de casi cada casa, refleja el intenso patriotismo, sin ser exagerado, de los noruegos. Como cualquier ciudadano, sienten un gran orgullo de formar parte de su nación. Lo positivo de esto es que, concientes de que existe un mundo aparte, no ceden sus valores culturales a la tendencia internacional, al mismo tiempo que participan en los grandes cambios globales de este nuevo siglo. Los noruegos enseñan a sus hijos desde temprana edad, que las acciones que realicen repercuten en los demás. Esta es una de las razones por las que hay un concepto muy definido de “bien común” que sirve de medida al actuar. Esta idea es constantemente apreciable en ciertas ocasiones, sobre todo en la vida cotidiana. Este año, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró por cuarto año consecutivo a Noruega como el país con mejor calidad de vida en el mundo, basándose en ingresos per cápita, educación y probabilidad de vida. Tal vez podamos atribuir el éxito económico de los noruegos a estas nociones muy arraigadas en la conciencia social, pero es un hecho que parte importante del progreso noruego es atribuible a la participación internacional, que trae como consecuencia intercambios de ideas de lo más variados. Un buen ejemplo de esto es Trygve Lie, el ministro noruego de relaciones exteriores que fue el primer Secretario General de la ONU. Todas estas maneras de visualizar lugares distintos al de origen son ideales, sobre todo si un país busca tener una presencia importante dentro del ámbito internacional, al igual que tener una situación interior favorable. Los noruegos han sabido manejar estos elementos con gran destreza, no solamente como país sino de manera individual y personal, pero el resultado es producto de años de trabajo. « return. |