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Los jóvenes fondogranderos del siglo XXI Printable Version PRINTABLE VERSION
by Cristino Alberto Gómez, Dominican Republic Oct 4, 2008
Environment , Education , Culture   Opinions
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Los jóvenes fondogranderos del siglo XXI Al momento de la fundación de la comunidad de Fondo Grande, la gente vivía condiciones muy difíciles debido a la falta de muchas facilidades que son necesarias para alcanzar una mediana calidad de vida. Eran los finales de la tiranía de Trujillo, a principios de la segunda mitad del siglo XX.

Las tierras habían sido poco explotadas, por lo que el rendimiento de los cultivos alcanzaba niveles asombrosos. La fauna en la comunidad era rica: llena de aves diurnas y nocturnas, reptiles de varias especies, peces, jaibas, gallinas de guinea, pequeños felinos e incluso jabalíes silvestres. Igualmente sucedía con la flora: muchas áreas eran prácticamente vírgenes. El caudal del Río Manatí era varias veces mayor que en el día de hoy. Pero a pesar de contar con los recursos naturales necesarios para satisfacer las necesidades de sus familias, los nuevos fondogranderos carecían de los conceptos necesarios para implementar en la naciente comunidad un modelo de vida capaz de sostenerse a través de los años y conservar así la riqueza natural de la cual estaba provisto el territorio de Fondo Grande en aquellos tiempos.

En los años posteriores a la fundación de Fondo Grande, las relaciones entre los habitantes, ya conocidos entre ellos desde antes de llegar a la frontera, se hicieron cada día más estrechas y esto permitió que juntos pudieran iniciar la conquista de aquellos servicios fundamentales para asegurar una mejor calidad de vida, entre ellos la escuela y un camino que luego fue convertido en carretera por los mismos comunitarios con la ayuda de picos y palas.

Las posibilidades de desarrollo de la comunidad eran muy limitadas. El liceo secundario más cercano estaba en Loma de Cabrera, a cerca de 20 kilómetros de camino. Los jóvenes que tuvieron la valentía de iniciar sus estudios secundarios a pesar de esta situación, tuvieron que dejarlos a medias por las complicaciones que representaba esa dificultad. La facilidad de contar con un sistema de agua potable era parte de un sueño tan lejano como el de luz eléctrica o telecomunicación.

Bajo esas condiciones, las metas de la mayoría de los jóvenes eran muy a corto plazo, y la única actividad económica de las personas era el trabajo directo en la agricultura. Las cosechas eran destinadas básicamente a suplir los alimentos de las familias y se comercializaban los pocos productos para los cuales se encontrara mercado en la feria de Loma de Cabrera, realizada cada sábado, a la cual se llegaba en burros o a pie. Era necesario salir de madrugada desde Fondo Grande para llegar con tiempo de vender los productos, comprar la carne y otros componentes importantes para la comida de la semana y regresar de día si no se desplomaba un aguacero a media tarde.

Con el tiempo se fueron solucionando algunos problemas. Cuando se construyó la carretera, empezaron a entrar camionetas en las cuales las personas podían transportarse hasta Loma de Cabrera en menos tiempo. Con la edificación de la nueva escuela y el acceso un poco menos difícil al liceo secundario, los niveles de alfabetización y educación fueron incrementando. Así también se empezaron a graduar los primeros profesionales en el área de la agronomía, a finales de los ochenta. Sin embargo, estos profesionales salieron de la comunidad en búsqueda de oportunidades para el ejercicio de su nueva carrera, y sus labores estuvieron desvinculadas al proceso de desarrollo de la comunidad. A inicios de los 90 se graduó el primer educador de la comunidad, el Prof. Sebastián Trejo Gómez, quien ejerció una labor espectacular en la formación inicial de muchos niños fondogranderos.

Poco a poco se iban armando las piezas en el proyecto de desarrollo de Fondo Grande. No obstante, paralelamente muchos miembros de la comunidad, que ya había crecido al nivel de contar con cientos de habitantes, iban desistiendo en el proceso y migraban a las ciudades, empleándose principalmente en zonas francas y fincas de terratenientes.

Los fondogranderos que seguían en sus tierras continuaban unidos en la Asociación de Agricultores Juan Pablo Duarte y el Centro de Madres La Esperanza y La Amistad, formulando y gestionando los proyectos que facilitaran una calidad de vida más digna para sus hijos. Fue así como se consiguieron antes de finalizado el siglo XX proyectos agropecuarios, servicios sanitarios, agua potable, estufas y paneles solares para el alumbrado residencial.

Para esos momentos, un intento más de organización por parte de los jóvenes había empezado a funcionar, pero el plan se fue con el siglo y con el traslado de prácticamente todos los miembros del Club Juvenil La Trinitaria, que así se llamó, a centros de estudios secundarios y superiores en diversas partes del país.

Alrededor de ocho años después, los jóvenes fondogranderos de estos días se reúnen nuevamente, en una organización con bases más sólidas, una clara visión de desarrollo y objetivos encaminados a ella. La nueva organización juvenil de Fondo Grande se creó para generar propuestas de cambio real orientados hacia el progreso de la comunidad. Esos planes de cambio no incluyen la sola satisfacción de necesidades temporales, sino cambios en la actitud, promovidos a través de la adquisición de nuevos conceptos y puntos de vista acerca de la realidad, para de esa manera potenciar el desarrollo desde el propio núcleo comunitario.





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Writer Profile
Cristino Alberto Gómez


Poeta, ingeniero agrónomo y educador. Nació en Fondo Grande, Loma de Cabrera, el 24 de julio de 1987. En 2007 recibió el Premio de Poesía Biblioteca W.K. Kellogg en la Universidad EARTH, Costa Rica, con el poema “Ha vuelto el agua”. Su bitácora digital fue galardonada, en el marco de la XI Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2008, como uno de los cinco blogs distinguidos de literatura dominicana.
En 2010 publicó el poemario “Ha vuelto el agua”, difundido principalmente en Costa Rica y en las librerías virtuales. El mismo año, publicó de manera electrónica los libros “Quítame las horas”, “Sudores de cafetal” y “Arrancado de raíz”. Sus escritos en verso y prosa se han divulgado en diversos medios impresos y digitales, incluyendo antologías, blogs, diarios, revistas y portales literarios.
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