by Miguel Gallegos
Published on: Mar 28, 2008
Topic:
Type: Opinions

Introducción

En la actualidad, nadie duda de que los procesos de producción y generación de conocimientos se hayan vuelto prioritarios para el desarrollo y el crecimiento de todas las sociedades. Estamos siendo protagonistas de un nuevo perfil de sociedades, en donde el conocimiento y la información constituyen su arquitectura fundamental.

Esta nueva plataforma de sociedades no sólo está delineando novedosas formas de producción y desarrollo, sino también, modalidades socioculturales y subjetivas reconfiguradas, en donde la participación de los jóvenes se vuelve prioritaria para el ejercicio futuro de la democracia, la solidaridad, la gestión, la política, el desarrollo y la posibilidad de concebir algo distinto.

De acuerdo a los reportes de algunos organismos internacionales como la UNESCO o el Fondo de Población de las Naciones Unidas, la mitad de la población mundial tiene menos de 25 años; esto implica que el mundo cuenta con “la más numerosa generación de jóvenes que jamás haya existido”. Concretamente la mitad de la población referida se ubica entre los 15 y 24 años de edad y la mayor proporción se encuentra en países en vías de desarrollo. Este dato demográfico, nos hace reflexionar sobre la importancia que asume el rol de los jóvenes latinoamericanos en la construcción de las nuevas plataformas sociales. En particular, la excelente posibilidad que se les abre a los jóvenes de ser el motor del cambio y la transformación social.

El giro juvenil

Históricamente los procesos de gestión y conducción han sido entendidos en forma piramidal y jerárquica, es decir desde arriba hacia abajo. Por estos tiempos, hemos constatado la generación de múltiples procesos que emergen desde la asociación y la cooperación entre pares, invirtiendo el sentido de lo que tradicionalmente ocurría.

A este respecto, desde hace un tiempo se ha venido gestando toda una renovada plataforma de iniciativas que poco a poco tiende a consolidarse y tiene a los jóvenes como protagonistas. Son múltiples los espacios y lugares que se han creado y habilitado por los jóvenes, y son ellos mismos los que sostienen dichos espacios y lugares.

De alguna manera esta relevancia y protagonismo juvenil vuelve a ser sentida como la recuperación de un lugar que había sido relegado por diversos factores, entre los cuales puede mencionarse a los efectos opresivos de las dictaduras militares, los crecientes contextos de exclusión y desigualdad, los procesos y acontecimientos de fragmentación y deterioro social, la ascendente vulnerabilidad en materia de salud, educación y empleo, entre otros, que atravesaron a la región latinoamericana en su conjunto.

Como efecto de esta recuperación, también vuelven a reanimarse y realimentarse los procesos de participación social que se vieron fragmentados otrora.

¿Por qué es importante la participación social?

Todos sabemos la importancia que adquiere la participación en la construcción del proyecto social que no es necesario desarrollar una teoría al respecto. Sin embargo, cuando queremos destacar el nivel de participación social de las comunidades latinoamericanas, constatamos que dicha participación no ha sido lo suficientemente coherente ni sostenida en el tiempo. La participación solamente puede ocurrir cuando concurre por un lado la capacidad para hacerlo y, por el otro, las instancias que la permitan.

Existe un nexo no comprendido adecuadamente entre la participación social y la democracia. Sólo en coyunturas democráticas puede haber lugar para la participación social y los procesos inherentes a ella. Del mismo modo, la participación social mantenida por sus protagonistas y sostenida en el tiempo es la condición sine qua non para que se habiliten canales y espacios democráticos.

En este sentido, la articulación entre la sociedad civil y el Estado es vital para la colaboración en los procesos de gobernabilidad democrática. Hoy estos procesos han empezado a ser vistos como fundamentales y, en gran medida, alentar a los jóvenes en la construcción de una visión desde la perspectiva de la gobernabilidad y la democracia es prioritaria. Para estos propósitos, los jóvenes se encuentran en inmejorables condiciones, dado su gran capacidad para generar vínculos solidarios y colaborativos con una perspectiva plural, protagónica y comprometida socialmente.

¿Por qué es importante la participación juvenil?

Los jóvenes están siendo protagonistas del cambio y tal protagonismo se refleja en la alta participación prosocial que están teniendo en los diversos organismos e instituciones. Esta participación es evaluada sustancialmente porque se estima que la visión que tienen los jóvenes acerca de su presente y su futuro constituye una pieza fundamental en la elaboración de las políticas necesarias y requeridas para la consolidación de las futuras plataformas sociales.

No es casual que los jóvenes comiencen a ocupar cargos y lugares de importancia a nivel político y de gestión. Pero debemos advertir, que muchas veces son utilizados por los organismos e instituciones para aparentar un manejo democrático, integrador y transparente que no se refleja cabalmente en la realidad.

Es por este motivo que los jóvenes no sólo deben asumir un rol protagónico, sino además, tiene que ser críticos de sus propias estructuras de participación. Este es el perfil de joven que hay que alentar e impulsar para no quedar atrapados en falsas propuestas y guiños de cambios.

Como se ha reconocido ampliamente, la participación juvenil es una fuente de crecimiento del capital social, ya que se entiende que acciones tempranas en tareas prosociales conducen en el futuro a un mayor involucramiento y sensibilidad con lo socio-comunitario. Aunque vale decir, la participación por sí sola adolece de significación si no es acompañada por una actitud crítica y propositiva. También carece de sentido si ella se hace aisladamente y no interviene en un proceso mayor de gestión coordinada con otros. Vemos así, como se vuelve necesario para la construcción del proyecto social, el hecho de resignificar los patrones de participación juvenil, fortaleciéndolos desde las mismas bases de lo social.

Breve reporte de algunas iniciativas

Se ha reconocido que las organizaciones e instituciones altamente estructuradas están haciendo obstáculo a un ejercicio de la gestión y la gobernabilidad democrática que permitan generar espacios de creatividad e innovación requeridas. Tanto es así, que los viejos esquemas de referencias se han vuelto obsoletos no sólo para explicar los acontecimientos y procesos de nuestra contemporaneidad, sino además, están inhibiendo e impidiendo la construcción de nuevas pautas de gestión y organización.

A pesar de la resistencia de las viejas estructuras, favorablemente nuevas formas de organización y gestión se están generando para enfocar y dar respuestas a las necesidades sociales. Esta acción, se genera a partir de un modelo distinto al que estábamos acostumbrados, con lo cual, todavía es mucho el trabajo por realizar para llegar a una consolidación de es tipo de gestión y organización. Así todo, vale destacar el incipiente crecimiento de este nuevo tipo de gestión que están llevando adelante los jóvenes de la región, tanto desde el involucramiento gubernamental como desde la sociedad civil.

En la mayoría de los países latinoamericanos existe más de una institución gubernamental -nacional, provincial o municipal- que centra su actividad en las actividades juveniles. Generalmente estas instituciones son las encargadas de elaborar y definir las políticas relacionadas con el ámbito juvenil. En algunos casos, la participación de los jóvenes tiene una fuerte repercusión en la definición de los programas o proyectos juveniles, mientras que en otros, es menos protagónica.

En Argentina es valioso destacar el Programa de Voluntariado Universitario, implementado por el Ministerio de Educación. En la convocatoria 2007-2008 se presentaron más de mil propuestas, de las cuales se evaluaron positivamente para ser subsidiados 422 proyectos de todo el país. En Chile existe el Programa de Fomento al Voluntariado, gestionado articuladamente por la División de Organizaciones Sociales del gobierno y la Red Voluntarios de Chile. La concepción de este programa surgió de la necesidad de fortalecer la cooperación entre la sociedad civil y el Estado.

En Colombia desde el año 2000 se desarrolla el Programa Presidencial Colombia Joven, que tiene a su cargo la definición de las políticas juveniles y se asume con el órgano coordinador de diversas acciones y gestiones relacionadas con la juventud en ese país. También es importante mencionar las diversas labores desarrolladas por los institutos y direcciones nacionales de la juventud en diversos países como Argentina, Chile o Uruguay.

En general, en los últimos años, la elaboración y puesta en práctica de diversos proyectos y programas de voluntariado juvenil han crecido sustancialmente. Decididamente esto es un signo positivo a la hora de pensar la función del Estado en la elaboración y el desarrollo de políticas sociales orientadas al involucramiento y participación ciudadana.

Al margen de las acciones gubernamentales o ministeriales, sin lugar a dudas, el desarrollo y el crecimiento de las iniciativas proyectadas desde la sociedad civil son mucho más contundentes y desbordan en cantidad y la calidad las iniciativas oficiales. De alguna manera, esto es un indicador social de la importancia que los jóvenes y la ciudadanía en general le atribuyen a las acciones de voluntariado, solidaridad y cooperación. En este sentido, puede decirse que las acciones y gestiones concretadas por diversos grupos, redes, ONGs o asociaciones juveniles han tenido un importante impacto en el medio social en el que se desarrollaron o aún se desarrollan y, además, están incidiendo en el fundamento político y gubernamental de los programas de voluntario juvenil.

Entre muchas de las cosas que se están realizando desde la participación juvenil latinoamericana, pueden mencionarse las siguientes: organizaciones que favorecen el cuidado del medio ambiente; la promoción de los derechos humanos, la igualdad de género, la paz y la no violencia; el fomento de la democracia y la participación social; el compromiso con el objetivo del milenio de reducir la pobreza y el hambre; la revalorización de los pueblos originarios y la diversidad cultural; el cuidado y la promoción de la salud, el VHI y el embarazo adolescente, acciones de alfabetización y recuperación escolar, entre un motón de otras cosas más.

En cada una de estos tópicos podemos ubicar más de un grupo de jóvenes trabajando colaborativa y solidariamente, con un auténtico compromiso e interés por mejorar las condiciones de existencia de las sociedades en las que se encuentran. Son tan vastas las iniciativas juveniles que sería imposible poderlas incluir en este breve espacio. Lo cierto es que no hace falta buscar demasiado para encontrar a los jóvenes asumiendo un rol protagónico y decisorio con el cambio y la transformación social.

Reflexiones finales

Los jóvenes no sólo están contribuyendo denodadamente con la recuperación de un espacio social participativo y democrático, sino además, están inaugurando una nueva forma de producir conocimientos.

Por intermedio de la realización y proyección de diversas acciones, con un carácter altamente creativo e innovador, se están construyendo un sinnúmero de prácticas y saberes francamente potables y posibles de replicar y capitalizar en acciones futuras. Para eso será necesario seguir impulsando los canales de participación e involucramiento juvenil, así como generar las instancias que sepan aprovechar el cúmulo de experiencias que se van concretando y materializando.

Si estos niveles de relevancia y protagonismo juvenil se mantienen en los países latinoamericanos, el futuro es altamente positivo y alentador. Realmente es posible concluir con un verdadero sentido de augurio y prosperidad, que lejos de los negativos e históricos patrones de retraimiento social, se concibe una movilidad social juvenil de capital importancia para el futuro de las sociedades latinoamericanas.

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